Huáncito: el problema de la basura en un pueblo indígena

 

Daniel Dávalos Alonso[1]

Recibido: 15/01/2023

Aceptado: 20/02/2023

 

 

Resumen

El presente texto cuestiona la creencia de que los habitantes de Huáncito, pequeño pueblo localizado en “la cañada de los once pueblos”, al noroeste de Michoacán, México, son personas sucias o carentes de conciencia ambiental. Se argumenta que la basura del pueblo es reflejo de la articulación económico y social que genera el ensamble moderno de eso que se denomina ambiente urbano y rural. Contra la idea general de que son las costumbres de los pobladores las causantes del problema incontrolable de basura la cuestión se plantea con la siguiente interrogante: ¿En qué momento la basura se convierte en problema para un pueblo indígena marginado?

 

Palabras clave: Huáncito, población indígena, crecimiento urbano, tradicionalismo, basura.

 

Abstract

This text disputes the belief that the inhabitants of Huáncito, a small town located in “la cañada de los once pueblos” in northwestern Michoacán, Mexico, are dirty or environmentally unconscious people. It is argued that the town's rubbish is a reflection of the economic and social articulation generated by the modern assembly of what is called the urban and rural environment. Against the general idea that it is the customs of the villagers that cause the uncontrollable rubbish problem, the question is posed: At what point does rubbish become a problem for a marginalised indigenous people?

Keywords: Huáncito, indigenous population, urban growth, traditionalism, garbage

 

El río Duero, nace en los manantiales del poblado de Carapan en la región conocida como "La cañada de los once pueblos" perteneciente al municipio de Chilchota, cruza por los Valles de Zamora y Guadalupe y la Ciénega de Chapala (porción Michoacán), se une al río Lerma en los límites estatales de Michoacán y Jalisco (Silva et. al 2016). El cuerpo de agua se encuentra rodeado de tierras fértiles y un ambiente campestre característico de los lugares que recorre.

Una de las afluentes que conecta con el Río Duero atraviesa el poblado de Huáncito, uno de los once pueblos que componen la cañada, y para mi fortuna es el lugar de nacimiento de mi abuelo paterno. A lo largo de mi vida he observado el lento desarrollo del lugar y su consecuente problema con la basura gracias a las visitas semanales que acostumbraba acompañado de mis padres. Recuerdo que anteriormente los residuos se dispersaban entre el sácate o quedaban enterrados entre el lodo de las calles empedradas. Ahora las botellas de plástico y los vasos de unicel adornan las banquetas de concreto, dejando expuesto el problema a ojos de cualquier persona que visite el pueblo.

El destino de gran parte de la basura está a los costados de las afluentes que pasan por el pueblo, llenando aquellas tierras campestres de desechos con plásticos, cartón, materiales de poliestireno, escombros, pedazos de barro, ramas secas y excremento. El motivo por el cual la basura llega a parar a orillas de las afluentes puede deberse a la desorganización y la falta de un espacio pensado para depositar los deshechos, o bien puede atribuirse a un tradicionalismo que derivó en un problema incontrolable.

Mi padre cuenta que en su tiempo los residuos que se tiraban a orillas del río eran en su mayoría restos orgánicos como las ramas secas de la poda de árboles o los tepalcates, que son restos de ollas de barro, mismas que se producen en el pueblo y hasta la fecha es una actividad económica importante. Respecto al río, también han cambiado algunas dinámicas que se desenvolvían a su alrededor, los habitantes ya no la usan para bañarse ni para saciar la sed propia o del ganado, dejando en claro que las costumbres han cambiado.

El cambio de usos y costumbres ha sido uno de los puntos clave para entender el problema. El remplazo de materiales duraderos por materiales desechables ha facilitado la generación de basura. El problema se puede entender de la siguiente manera: la costumbre de tirar los residuos al río comenzó a causar conflicto cuando los habitantes remplazaron sus productos de uso cotidiano por productos de un solo uso, ahora eran éstos los que iban a parar al río, ensuciándolo y contaminándolo.

Considero que hay dos errores graves con entender el asunto de este modo. En el presente texto planteo como objetivo responder a la pregunta ¿cuándo la basura se convierte en problema para un pueblo indígena marginado? Comenzaré por explicar los errores del entendimiento del asunto, posteriormente realizaré un diagnóstico sobre la basura desde una perspectiva sistémica. Finalmente argumentaré una respuesta parcial a la pregunta planteada.

El primer error que se comete al pensar sobre la basura que aparece en un pueblo es el antiquísimo argumento sobre la individualización del problema, aquel que hace recaer la responsabilidad en los individuos en particular. Es cierto que cada individuo tiene la capacidad de actuar de tal modo que sus acciones afecten lo menos posible al medio ambiente. Acciones simples como poner la basura en su lugar, reducir el uso de plásticos, reparar objetos en lugar de tirarlos, etcétera, pueden ayudar a mantener un lugar limpio.

Sin embargo, el que un ambiente inocuo esté en las posibilidades de cada individuo, no significa que no haya instituciones que compartan la responsabilidad del problema. Podemos partir por cuestionar a las empresas y la forma en que producen sus mercancías, hasta los gobiernos municipales que pueden elaborar programas eficaces sobre una correcta gestión de la basura.

En Huáncito, por ejemplo, ni siquiera se cuenta con suficientes botes que acaparen la basura producida. Solo hay dos mujeres encargadas de barrer la plaza con regularidad, para después depositarla en un camión de basura que pasa dos veces por semana y únicamente por la calle principal del pueblo.

Se tiene el imaginario de que los habitantes de los pueblos de la cañada son personas sucias, desordenadas, y en el mejor de los casos consideran que carecen de conciencia ambiental. Se desconoce que los habitantes apelan a la organización autogestiva para limpiar las calles cuando los intentos del Ayuntamiento por solucionar el problema fallan. No obstante, la falta de botes de basura provoca que los habitantes lleven los residuos a orillas del río o simplemente la quemen.

El segundo error trata sobre un reduccionismo del problema, este nos hace pensar que son las costumbres en plena transición las que hacen de las “nuevas” dinámicas un problema ecológico. Este reduccionismo plantea los usos y costumbres del pueblo como el único factor a tomar en cuenta sobre el problema.

El error de esta acotada visión radica en ignorar otros factores importantes relacionados con el problema de la basura. Si bien los habitantes de Huáncito apelan a los usos y costumbres como medio para conciliar conflictos, no significa que las dinámicas que se desenvuelven dentro del pueblo no estén influenciadas por factores externos a ella.

Por ejemplo, aunque la costumbre de tirar los residuos cerca del río se haya hecho tradición, los materiales que se desechan advienen de procesos externos al pueblo. Es decir, la basura que ahora se vierte a los costados del río es producto de un proceso industrial que se genera en las ciudades lejos del pueblo.

El planteamiento del problema desde el tradicionalismo es bastante limitado si se compara con una visión interrelacional de la basura. Entender la basura desde un pensamiento sistémico nos hace pensar que todo existe como parte de un sistema más abarcador y debe entenderse en relación con las otras partes (Leonard, 2010). La basura, desde su producción, distribución y consumo, es parte de un proceso que, además de ecológico, es económico, político y social.

Para hacer un análisis interrelacional de la basura, propongo analizar la expansión urbana y la industria agroalimentaria de las ciudades cercanas a la cañada de los once pueblos. Pondré como ejemplo el valle de Zamora por su estrecha relación con el Río Duero y su cercanía con la cañada, además de ser la tercera ciudad económicamente más importante del estado de Michoacán, y que, para mi fortuna, es mi lugar de nacimiento.

La expansión urbana de Zamora se debe en gran parte a su actividad agroindustrial, haciendo de esta una de las ciudades más importantes de la exportación de alimentos no solo del estado sino del país. El desarrollo de las transformaciones en la agricultura del valle de Zamora causó varios efectos como la expansión de las actividades comerciales y de servicios. Una parte importante de la fuerza de trabajo es aquella que migró de los pueblos vecinos en los diez municipios circundantes (Vargas, 1991).

Desde los años 50´s se desarrolló una industria fresera que introdujo a Zamora a mercados internacionales, la fuerte puja financiera por mantener a los campos freseros productivos derivó en una burguesía de la fresa (Fernández, 1993) compuesta por grades empresas que monopolizaron el mercado. A su vez, la industria agroalimentaria demandada más tierras para sembrar, mayor uso del agua, y una incesante mano de obra. Ello llevó a una migración de trabajadores del noroeste de Michoacán.

Hoy en día la burguesía fresera se encuentra segregada en medianos y pequeños productores con propiedad privada y ejidal. A pesar de ello, la situación no dista mucho de aquellos tiempos. Zamora sigue siendo parte importante de la industria agroalimentaria debido a la expansión de los mercados por el cultivo de berries. Necesitando de mano de obra de personas provenientes de la cañada quienes se ven forzadas a dimitir del taller familiar alfarero, y sustituirlo por el trabajo jornalero.

El desarrollo de las ciudades medias y pequeñas responde a las leyes del sistema económico hegemónico, deviniendo en efectos problemáticos con un medio rural marginado, explotado y empobrecido. El interés de Zamora por expandir la industria agroalimentaria hacia tierras más cercanas a la cañada no puede deberse sino al valor económico que representan los manantiales que se encuentran en la zona.

Se necesita asimilar a las ciudades como causa y efecto de un proceso de urbanización, llevado a cabo por un proyecto económico que no puede estar separado completamente de lo rural, ya que ambos espacios – campo y ciudad – son caras de una misma moneda (Vargas, 1991).

Si bien pongo a Zamora como ejemplo por mi acercamiento directo, no la convierten, ni por asomo, en la única ciudad cercana que interfiere en la producción de basura de la cañada. Existen a su alrededor varias ciudades que se encuentran en constante expansión industrial y urbana, tales como Tangancícuaro, Paracho, Uruapan y la nunca bien ponderada ciudad de Morelia.

¿Cuál es la relación de la expansión urbana y la industria agroalimentaria en las ciudades cercanas de la cañada de los once pueblos con la basura que se vierte en lo ríos? La respuesta se encuentra en el lazo entre lo urbano y lo rural mencionado anteriormente. La actividad económica de las ciudades está estrechamente vinculada con el modo de vida de los habitantes de la comunidad de los pueblos que margina.

Se trata de fenómenos en los que un pueblo o comunidad se integra a la economía de la metrópoli de manera subordinada, con lo que se desencadenan distorsiones o patologías de todo tipo en quienes habitan los pueblos: destrucción de la subsistencia local, daños a la salud, explotación generalizada de territorios a través de concesiones y monopolio radical del saber profesional (Torres, 2021).

El hecho de que la producción alfarería se vea mermada por un lado gracias a una industrialización forzada (Dietz, 1995), por otro también tiene que enfrentarse a el trabajo jornal que demanda la industria agroalimentaria de Zamora. El cambio de oficio supone una transformación en los hábitos de consumo, separando a los pobladores de sus artesanías que eran usadas para el comercio, así como en uso propio. Alterando además sus modos de vida como la forma de alimentación. Reemplazando, por ejemplo, los trastes de barro por trastes desechables.

Cabe aclarar que las relaciones sociales que se viven en un pueblo no se encentran exentas de contradicciones. Es posible que los habitantes no tengan un profundo interés sobre el destino de su basura, o que no haya intenciones de involucrarse en cuidado del medio ambiente, al menos no como se piensa desde las ciudades. Tampoco podemos afirmar que desconocen o ignoran el problema, es posible que los pobladores tengan incluso una relación con la naturaleza distinta a la mirada científica que se propone desde la biología o la ecología.

El detalle radica en que la biología, así como la ecología, se encuentra estancadas en la visión de un cuidado y preservación del medio ambiente, que más que por abogar por un cese al uso y robo de los recursos naturales que favorecen la vida en los pueblos, los ve como una mercancía que puede optimizarse para un uso optimizado para las empresas. Pasando por alto que existen otras formas de relación con el ambiente, como la que se encuentra en las culturas de pueblos marginados.

Para dar una respuesta parcial a la pregunta planteada en un inicio sobre ¿cuándo la basura se convierte en problema para un pueblo indígena marginado? Podemos comenzar diciendo el problema inicia cuando las dinámicas de una economía industrial y el desarrollo urbano de las ciudades que lo rodean rebasan a los usos y costumbres de un pueblo. En el caso de Huáncito, los habitantes no cuentan con opciones viables para resolver el problema.

Si pretendiera elaborar un proyecto que busque conciliar el problema de la basura en el caso de Huáncito, este debe iniciar por entender a la basura como un reflejo de un punto de convergencia económico y social que se da entre lo urbano y lo rural.

No puedo evitar preguntarme en que si un buen día, las bolsas de plástico, los platos de unicel, botellas de vidrio y demás restos de basura que descansan en el río desaparecieran ¿Cuánto tiempo demoraría en volver al mismo estado de contaminación? Estoy en desacuerdo con la idea general que se tiene de que el problema de la basura es posible resolverse siempre y cuando se tengan los recursos económicos necesarios, y la población esté consciente del problema.

Considero que además de la poca acción de las personas en particular por mantener un espacio libre de basura, son las industrias y los gobiernos los que, por acción u omisión, están convirtiendo a pueblos marginados en los basureros de las ciudades. Son vistos, además, como basureros metafóricos que sirven como depositarios a donde va a parar la ideología de un crecimiento económico exponencial sin límites. A este ritmo a las nuevas generaciones no les tocará conocer el agua libre de contaminantes, tendrán en cambio un ambiente campestre adornado de basura que admirar.

Bibliografía

 

DIETZ, G. (1995). Entre industrialización forzada y autogestión comunal: balance de medio siglo de fomento a la alfarería en Michoacán. Relaciones, 57, 145-227.

FERNÁNDEZ, E. (1993). Burguesía, fresas y conflictos. Zamora, Michoacán: Colegio de Michoacán.

TORRES, Guillén. J. (2021). Basura y colonialismo interno. Ojarasca. Suplemento del periódico La jornada. Disponible en: https://ojarasca.jornada.com.mx/2021/11/12/basura-y-colonialismo-interno

LEONARD, A. (2010). La historia de las cosas: de cómo nuestra obsesión por las cosas está destruyendo el planeta, nuestras comunidades y nuestra salud. Y una visión de cambio. Buenos Aires: Fondo de Cultura Economica.

SILVA García, J. T. et. al. (2016). Manantiales de la cuenca del río Duero Michoacán: operación, calidad y cantidad. Revista internacional de contaminación ambiental, 36, 55-68.

VARGAS, G. (1991). Diagnosis preliminar para el estudio de la urbanización en las ciudades de Michoacán. En Urbanización y desarrollo en Michoacán. En G. Lopez, Urbanización y desarrollo en Michoacán (págs. 13-82). Zamora, Michoacán: Colegio de Michoacán.

 

Anexos.

Letrero colocado al inicio del río en Huáncito

 

 Basura quemada afuera de una casa

Basura a las orillas del río

El río pasa debajo del puente a la entrada del pueblo de Huáncito



[1] Egresado de la Licenciatura en Sociología de la Universidad de Guadalajara, México.